MODELO EPIGENÉTICO  DE ASESORAMIENTO PASTORAL

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al alcance del pueblo de Dios

Jorge E. Maldonado

El asesoramiento o consejo pastoral[1] tiene una trayectoria milenaria. Pastores del pueblo de Dios han ejercido esta función como parte de su oficio. Han acompañado a personas, parejas, familias y comunidades en los momentos de crisis y cambio, y las han orientado para “vivir sabiamente en la luz de Dios”.[2] El asesoramiento pastoral es una forma especializada del cuidado pastoral. Es el proceso de acompañar a personas, parejas y familias en la búsqueda de alternativas a las preocupaciones, ideas, sentimientos, actitudes, hábitos y relaciones que les perjudica y les impide su pleno desarrollo en Cristo. Es parte del cuidado que la iglesia da a quienes han sido llamados de la muerte a la vida y necesitan ser desatados (Jn.11:44).

En su expresión contemporánea –querámoslo o no– el consejo pastoral se ha desarrollado a la par y en diálogo con la psicoterapia. Cuando predominaban el psicoanálisis y el conductismo, hubo intentos de utilizarlos en el ámbito pastoral. Lo mismo sucedió con el advenimiento del humanismo y del enfoque sistémico. No puede ser de otra manera. Los ministerios de la Iglesia se desarrollan en continuo diálogo con su entorno. Los consejeros pastorales, sin perder su identidad y su llamado, pueden interactuar con los nuevos aportes de las ciencias de la conducta para extraer de sus hallazgos lo que puede ser relevante y provechoso para su trabajo. Sigue vigente el consejo del Apóstol Pablo, «Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Ts. 5:21).

Hoy la vida post-moderna demanda resultados. Se han desarrollado, entonces, una serie de escuelas de terapia breve de las que el asesoramiento pastoral puede aprender muchas cosas. Las interminables sesiones en el diván del psicoanalista son reliquias del pasado o están limitadas a ciertos círculos que las pueden pagar.

En el Centro Hispano de Estudios Teológicos (CHET),[3] en California, en convenio con la Asociación Iberoamericana de Asesoramiento y pastoral familiar (EIRENE-Internacional)[4] probamos, con éxito, el manejo de un modelo integrado (epigenético) de asesoramiento pastoral de cuatro componentes:

  • una base teológica en consonancia con la revelación bíblica,
  • un marco de referencia conceptual sistémico,
  • una estrategia proveniente de las terapias breves, específicamente la que se enfoca en la “conversación centrada en la solución”, y
  • una caja de herramientas (técnicas psicoterapéuticas y pastorales).

            Se puede construir estos cuatro elementos en forma epigenética, es decir uno sobre el otro, cada uno presuponiendo al anterior. La base teológica es fundamental para el trabajo del asesor pastoral. En efecto, la Iglesia durante siglos ha venido ejerciendo el ministerio de consolación, asesoramiento y consejo con los recursos provenientes de la teología, la tradición y la sabiduría de la Biblia, sin ayuda de las ciencias de la conducta. Personas sensatas y sensibles, formadas en la comunidad de fe e informadas de una teología saludable, han ofrecido los servicios que hoy están en manos de consejeros y psicoterapeutas.

El modelo Epigenético

Modelo

Study Bible Small
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1)      El fundamento bíblico-teológico lo adquiere el pastor en su formación ministerial o el laico informado en su tradición y comunidad de fe. El Programa de Entrenamiento y Certificación de Asesores Familiares (de EIRENE) incluye todo un curso acerca de las “Bases Teológicas del Matrimonio y la Familia”. En todo caso, hay literatura disponible en para llenar este vacío.[5]

2)        El marco teórico sistémico ha producido abundante literatura y material de consulta; ha originado también una buena cantidad de escuelas de terapia familiar sistémica. El PECAF utiliza el enfoque intergeneracional propuesto por Murray Bowen y genialmente articulado por el rabino Edwin H. Friedman en su libro Generación a Generación,[6] Su lenguaje, sus categorías mentales y sus ejemplos son más pastorales que clínicos.

El enfoque sistémico no contradice mis convicciones teológicas evangélicas, al contrario, las potencializa. El enfoque sistémico nos ayuda ver el bosque primero que los árboles, nos libera del impulso de encontrar un culpable, nos enfoca en los procesos antes que los contenidos, nos conecta con la maravilla de nuestra propia diferenciación y nos ayuda evitar ser triangulados en nuestro ministerio.

3)        El tercer componente, la conversación centrada en la solución como la estrategia del cambio, tiene sus precursores en el Centro de Terapia Breve (Brief Family Therapy Center) en Milwaukee, Wisconsin, Estados Unidos, con Steve de Shazer[7] e Insoo Kim Berg[8] a la cabeza. Ellos propusieron reemplazar la tradicional conversación centrada en el problema por una conversación centrada en la solución. En 1993, Steven Fiedman compiló los aportes de este acercamiento que recogían tres décadas de observación rigurosa.[9]

La estrategia de conversar terapéuticamente centrándose en la solución sostiene que no podemos resolver un problema con el mismo lenguaje –y con el mismo tipo de pensamiento– que creó el problema. Ya que el lenguaje construye las realidades sociales de los sistemas relacionales, el papel del asesor, consejero o terapeuta consiste en “invitar de continuo a sus consultantes a que exploren y definan estos dos asuntos: (1) Qué desean que cambie en sus vidas (objetivo) y (2) Qué capacidades y recursos propios pueden aportar para convertir en realidad esas diferencias deseadas. El asesor reafirma y amplifica la definición que hace el consultante de sus objetivos, éxitos logrados en el pasado, capacidades y recursos, tal como surgen a lo largo de la conversación”.[10]

Las entrevistas centradas en soluciones difieren de otras porque en ellas se pone gran cuidado en escuchar las palabras empleadas por el consultante y en formular preguntas concretas y claramente identificables a partir de esas palabras. La consejera evita conscientemente quedarse atrapada en una conversación que circula sólo alrededor del problema. Ya que su papel no es hacer un diagnóstico del caso ni “ir a la raíz del asunto”, puede, con libertad, explorar lo que su consultante anhela, espera, sueña, ansía. Hacia allá se encaminarán la mayor parte de los esfuerzos del acompañamiento.

Las preguntas pueden ser de varios tipos, todas ellas orientadas a trasladar la conversación del ámbito del problema, dificultad, carencia, o dolencia al ámbito de la solución, las posibilidades, los recursos y los sueños. Describo algunas a continuación.

  • Las preguntas de excepción buscan identificar los éxitos logrados por el consultante en el pasado o en situaciones de su vida en las que no se presentó el problema o éste fue menos grave. Ejemplos de preguntas de excepción son:
    • ”¿Han habido ocasiones en las que usted no se sintió tan deprimida?”
    • ”¿Cuándo fue la última vez que usted pudo ser firme y cariñoso con sus hijos sin necesidad de gritarles?”
    • ”Siempre que ustedes dos dialogan terminan discutiendo, o ¿alguna vez pudieron terminar una conversación sin pelearse?”
  • Las preguntas de escala están destinadas a medir el progreso del consultante y ayudarle a que las percepciones de su capacidad e idoneidad se tornen más concretas y definidas. Las escalas numéricas permiten al asesor y al asesorado utilizar los números del cero (0) al diez (10), donde 10 representa el objetivo cumplido y 0 la total ausencia de progreso. También facilita que el consultante se conecte con el pasado (el momento de mayor confusión o malestar que generalmente coincide con el 0 o el 1) y le adjudique un número, con su auto-percepción del futuro cuando logre sus objetivos (el 10), y con el progreso realizado en el presente (entre 0 y 10). Los números, con frecuencia, ayudan a describir lo indescriptible.

La pregunta del milagro apunta a ampliar los objetivos del consultante en donde la imaginación ejecuta un acto creativo de fe y esperanza que orienta el asesoramiento. Tiene una estructura específica. “Imagínese que después de terminada esta sesión conmigo y cuando el día termine, usted se va a dormir… y mientras usted duerme sucede un milagro. El milagro es que el problema que le trajo a usted hoy a conversar conmigo desaparece, se soluciona, se desvanece. Entonces, cuando usted se despierta por la mañana, ¿cómo sabrá que ha sucedido el milagro? ¿Qué le haría a usted decir: “Tal vez sucedió algo en la noche mientras dormía? ¿”Cómo podría usted contarlo a (…un ser querido…) mañana por la mañana?”

Estas preguntas y otras tienen en común que no sólo conectan al asesor y al consultante con el ámbito de la solución, sino que también transmiten la convicción del asesor de que el consultante tiene recursos propios, redes de apoyo significativas y capacidades que le han permitido sobrevivir hasta el momento. Este modelo de bienestar (que propende a la salud antes que a la patología) proporciona una especie de mapa que permite recorrer un camino de esperanza y optimismo en el que el consultante se compromete con “la proyección de un futuro que no incluye el problema”.[11]

Nuestra teología nos informa que fuimos creados a la imagen de Dios, con cualidades físicas, mentales, espirituales y morales excepcionales que nos capacitan para el cambio. La imagen de Dios en nosotros también nos da una dignidad especial que nada ni nadie la puede borrar. La imagen de Dios en nosotros ha sido afectada por el pecado, pero no está perdida. Nuestra fe en aquel que hace nuevas todas las cosas nos induce a pensar que hay esperanza aun en los casos humanamente considerados como perdidos o imposibles.

herramientas4)   La “caja de herramientas”. El cuarto componente de nuestro esquema son las diversas técnicas que un consejero o asesor usa en su trabajo. Es su “caja de herramientas” que ha venido coleccionando y probando a lo largo de su experiencia.[12] Vienen de diferente colorido teórico: la “catarsis” proviene del psicoanálisis, la “silla vacía” de la terapia gestalt, las “tareas” de los conductistas, el “genograma” y la “prescripción del síntoma”, de los sistémicos, etc., etc. La variación en el uso de las técnicas va con el caso que se atiende, con las idiosincrasias del asesor y del asesorado, y con la confianza en su uso, fruto de su experiencia.

            El consejo pastoral tiene sus “propias herramientas” que ha usados por siglos, mucho antes de que apareciera la psicoterapia. La confesión, la oración, el perdón, la reconciliación, la libertad en Cristo y otras son procedimientos eficaces en la cura de almas. Algunos de ellos, como el perdón, están ganando el reconocimiento de los expertos seculares.

“El Juego de la Vida”[13] es una herramienta creada por el psiquiatra cristiano Carlos Raimundo, argentino que vive en Australia. Es tanto una conceptualización psicodramática de los procesos de cambio a nivel personal, familiar y laboral como también una serie de recursos plásticos para expresar esos procesos y lograr los cambios. “El Juego de la Vida” ofrece un estuche con un manual, una veintena de muñequitos articulados, un par de tableros plásticos del tamaño de una media página en los que los consultantes pueden trabajar sus asuntos. Los asesores pueden crear su propio estuche con objetos similares. Algunos más creativos usan objetos simbólicos como piedrecitas recogidas en la playa. El consejero invita al consultante a escoger de entre las figuras una que le represente. Le ofrece un tablero para simbolizar el escenario de su vida en el cual colocarse de manera tal que se pueda observar algo del motivo de su consulta (agachado, sentado, de espaldas, con los brazos caídos, etc.). Le pregunta el asesor si hay otras personas significativas en su vida y le invita a representarlas con figuras y ubicarlas en el tablero en formas que reflejen algún estado de ánimo y alguna relación con el o la consultante. El consejero pastoral puede apropiadamente preguntar: «¿Y dónde está Dios en todo esto?” y le invita a que la persona –entendiéndose que no puede objetivar a Dios– le coloque también en el tablero. La persona, entonces, es animada a expresar sus sentimientos mientras que el consejero le hace rotar cuidadosamente al tablero. Luego pregunta: “Si estuviéramos haciendo una película y ésta fuera la primera escena, ¿qué nombre le podríamos dar a esta escena?” Nombres tales como “Desastre total”, “Dolor intenso” y “Penas múltiples” no son raros.

El consejero, entonces, toma otro tablero y lo coloca junto al anterior, con la siguiente invitación: “¿Cómo le gustaría que fuera su vida? Escoja otra figura que le represente en esta escena ideal y exprese con otras figuras en este nuevo tablero cómo le gustaría que fuera su situación? Sin tocar la primera escena, el consultante trabaja ya con el objetivo del asesoramiento, primero en forma no verbal, para luego expresarlo en palabras. El consejero puede preguntar: “¿Cuánto anhela usted esta nueva situación?” como una manera de reafirmar el objetivo. El creador de este acercamiento, el Dr. Carlos Raimundo, señala que este momento creativo es sagrado, ya que la persona puede visualizar una nueva situación hacia donde encaminar sus esfuerzos. El consejero puede aquí invitar al consultante a poner un nombre a la escena final de esta película. Nombres tales como “Plena felicidad”, “Armonía y paz” y “El cielo en la tierra” son frecuentes. El consejero puede, entonces, anunciar el título de la película que va a comenzar su rodaje en el asesoramiento, por ejemplo: “De desastre total a felicidad plena”, “De dolor intenso a armonía y paz”, etc. Si el consejero dispone de una cámara, podría tomar una foto para que el consultante la coloque en la refrigeradora o en la pantalla de su ordenador (computadora) como un continuo recordatorio de su meta. “El mero acto de construir una visión de la solución actúa como un catalizador para crearla”.[14]

Según el autor de “El Juego de la Vida”, esta forma de trabajo con elementos tangibles y espaciales, no sólo se conecta el hemisferio cerebral derecho y evita las resistencias, sino que

también nos pone en contacto con el sistema límbico y con el hipotálamo, partes de nuestro sistema nervioso que procesan las reacciones primitivas y las emociones. Por otro lado, conecta la fe y la esperanza humanas con las fuerzas del Creador y su oferta de una nueva vida y en abundancia. Va en tono también con las propuestas narrativas que afirman abrir “nuevos espacios conceptuales”[15] tanto para el consejero como para el consultante, en donde se puede revisar los condicionamientos familiares y culturales a la luz de nuevas posibilidades.

El Tapping es otra herramienta que el consejero pastoral puede usar con eficacia.

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[1] Usaré estos dos términos en forma intercambiable. Equivalen a la expresión “consejería pastoral” que se usa con más y más frecuencia. El Diccionario de la Lengua Española (Madrid: Espasa Calpe, 2001) define consejería como el lugar donde funciona el consejo de una corporación o del gobierno.

[2] Así define Daniel Schipani al Consejo Pastoral en The Way of Wisdom in Pastoral Counseling, Elkhart, IN: Institute of Mennonite Studies, 2003.

[3]Más información en www.chet.org

 [4] Más información en www.eireneinternacional.org

[5]Jorge E. Maldonado, editor, Fundamentos Bíblico-Teológicos del Matrimonio y la Familia, Grand Rapids: Libros Desafío, 1995. Charles C. Wynn, Family Therapy in Pastoral Ministry, San Francisco: Harper & Row, 1982. The Family Therapist: What pastors and counselors are learning from family therapists, Old Tappan, NJ: Fleming H. Revell Co, 1987. Families in the Church: A Protestant survey; How Christian Parents Face Family Problems; Sermons on Marriage and Family Life.

[6]Edwin H. Friedman, Generación a Generación, Buenos Aires: Nueva Creación y Grand Rapids, Libros Desafío, 1996.

[7]Steve de Shazer, Keys to Solution in Brief Therapy, New York: Norton, 1985. Éste y otros libros de Shazer han sido traducidos a la lengua castellana: Claves para la Solución en Terapia Breve, Buenos Aires: Paidós, 1986; Pautas de Terapia Familiar Breve. Un enfoque ecosistémico, Buenos Aires: Paidós, 1987; En un Origen las Palabras eran Magia, Barcelona: Gedisa.

[8]Insoo Kim Berg, Family-based Services: A solution-focused approach, New York: Norton, 1994).

[9]Steven Friedman, The New Language of Change: Constructive collaboration in Psychotherapy, New York: The Guilford Press, 1993. Versión en lengua castellana: El Nuevo Lenguaje del Cambio, La colaboración constructiva en psicoterapia, Barcelona: Gedisa, 2001.

[10]Insoo Kim Berg y Peter De Jong, “Conversaciones para encontrar soluciones: co-construyendo la idoneidad de los consultantes”, Sistemas Familiares, 17 (2), 2001, p.56.

[11]Cynthia Mittelmeier y Steven Friedman, “Hacia la comprensión mutua: cómo construir soluciones con las familias”, en Steven Friedman, comp., El Nuevo Lenguaje del Cambio. Barcelona: Gedisa, 2001, p.112.

[12] Salvador Minuchin en su más reciente libro The Craft of Family Therapy, New York: Routledge, 2014, afirma que todos los terapeutas necesitan llevar una bolsa (pouch) de herramientas con principios y técnicas, pero insiste en que la herramienta más importante es la persona del terapeuta.

[13]Se encuentra en el Internet en www.playoflife.com   Ver también Carlos Raimundo, Relationship Capital, Frenchs Forest, Australia: Prentice Hall, 2002. El autor también ha desarrollado una versión de El Juego de la Vida para entrenar a las iglesias en su tarea evangelizadora, especialmente en medios donde otros esfuerzos no llegan, como playas, plazas, ferias de New Age, etc.

[14]W. Hudson O´Halon y Michele Weiner-Davis, En Busca de Soluciones: un nuevo enfoque en psicoterapia. Barcelona: Paidós, 1990, p.106.

[15]Karl Tomm, “Introducción” en Michael White, Guías para una Terapia Familiar Sistémica. Barcelona: Gedisa, 1994, p.9.